Cuento de ciencia ficción
Erase una vez, en un pueblo muy lejano,que vivía un niño huérfano llamado Beni.
Sus padres murieron en un accidente de avión cuando iban a visitar Egipto. Por suerte, ese día dejaron a Beni con sus abuelos.
Cuando los abuelos supieron de aquella tragedia, decidieron no contar nada a Beni, para que su nieto no sufriera. Pasaban días, semanas, y meses y Beni no paraba de preguntar todos los días que cuando vendrían sus padres.
Sus abuelos unían sus miradas y derramaban lágrimas en sus ojos, por no saber que decirle a su nieto.
No había un solo día en el que Beni no estuviera triste. Empezó muy joven a trabajar en la granja de sus abuelos, donde había muchos animales: ovejas, gallinas, vacas, un hermoso caballo y una hermosa yegua a los que adoraba y cuidaba con mucho cariño.
Entre Beni, su caballo Altanero y su yegua Canela había mucha complicidad.
Un día, su abuela decidió ir a la granja donde se encontraba su nieto. Empezó a contarle una historia irreal sobre lo que le había sucedido a sus padres. Beni no creía que sus padres estuvieran en el cielo entre las estrellas, observando todo lo que el hacia, adonde iba... Su abuela le dijo que cuando empezara a anochecer, mirara hacia el cielo y las dos estrellas mas grandes que viera, esas, eran sus padres.
Beni decidió ir a ver a sus padres. Como quería mucho a su caballo Altanero y a su yegua Canela, no quería que se perdiesen ese acontecimiento entre sus padres y él.
Cuando empezó a anochecer, fue hacia la montaña mas alta con sus dos adorados animales, se sentó en la cima a mirar a las estrellas y, de repente, se escuchó una voz muy baja:
-Hijo mío, quiero que sepas que te quiero mucho y que nunca me he olvidado de ti.
Beni se quedó perplejo cuando escuchó esa voz.-¡Mama! ¡mama! ¿dónde estás? Quiero veros y escucharos, -¡no me lo puedo creer, después de tanto tiempo sin sentiros, ni acariciaros, ni veros!
-¿y tu crees eso hijo mío?
-Estamos muy cerca de ti, más de lo que tu te imaginas. Mira hacia tras y nos veras a tu padre y a mí.
Cuando Beni echó la mirada hacia atrás, no dio crédito a lo que estaban viendo: sus ojos, eran su adorado caballo Altanero y su querida yegua Canela.
Sus padres, se habían reencarnado en sus apreciados y queridos caballos.
NEREA PÉREZ SÁNCHEZ
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